La estimulación temprana neurológica y las estimulación sensoria en la educación

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Como profe de educación infantil, he aprendido que un niño no se desarrolla solo enseñándole conceptos, sino que hay que acompañarlo mientras descubre del mundo por sí mismo. Cada día en el aula veo cómo la curiosidad y la exploración son los que los impulsan y ayudan a aprender cosas nuevas. Por ello, considero que la estimulación temprana neurológica y sensorial no es una moda ni una teoría lejana, sino una necesidad real en la educación.

He visto niños que, con el estímulo adecuado, mejoran su atención, su comunicación y su forma de relacionarse con el entorno. El cerebro infantil es como una esponja, y nuestra labor es proporcionarle experiencias enriquecedoras que potencien sus capacidades de manera natural. La educación no puede limitarse a fichas y repeticiones, necesita movimiento, emoción y sentidos en acción. Solo así lograremos un aprendizaje significativo y duradero que respete el desarrollo de cada niño.

 

La importancia de la estimulación temprana

Cuando empecé a ahondar en este tema, entendí que la estimulación temprana no es enseñar a los niños a leer o contar antes de tiempo, sino ayudarles a desarrollar conexiones neuronales sólidas. Como maestra de infantil, veo cada día cómo el cerebro de los niños está en constante construcción y cómo cada experiencia deja huella. La plasticidad cerebral es asombrosa en esta etapa: todo lo que ven, tocan, escuchan y sienten influye en su desarrollo.

Los primeros años son una oportunidad única para sentar las bases del aprendizaje futuro. No se trata de presionar ni adelantar etapas, sino de proporcionar estímulos que despierten la curiosidad y el deseo de explorar. A través del juego, el movimiento y las experiencias sensoriales, los niños desarrollan habilidades que les acompañarán toda la vida.

Nuestra labor no es solo enseñar, sino acompañar ese proceso de descubrimiento con las herramientas adecuadas.

 

La estimulación sensorial como base del aprendizaje

Tienes que saber que el aprendizaje no empieza con la memoria o la atención, sino con los sentidos. Esto lo aprendí con mis colegas Madre de Dios Ikastetxea, un colegio concertado en Bilbao, con quien me asesoré en el tema porque son expertos en esta metodología. Me explicaron algo de lo que ya tenía una ligera idea: los niños conocen el mundo a través del tacto, la vista, el oído, el gusto y el olfato, y cada sensación les ayuda a construir un nuevo conocimiento. “Sin una buena base sensorial, el aprendizaje se vuelve más difícil”, me aseguraron en su día.

He visto cómo las actividades sensoriales potencian habilidades clave. Cuando un niño juega con distintas texturas, está desarrollando su motricidad fina; cuando escucha diferentes sonidos, está fortaleciendo su lenguaje.

Son experiencias que parecen muy simples, al principio, pero tienen un impacto muy profundo. No podemos separar la cognición de lo sensorial. Si un niño puede experimentar el mundo con todos sus sentidos, su aprendizaje será más sólido y significativo.

 

Más allá de los métodos tradicionales

Sin duda, los métodos tradicionales muchas veces dejan de lado la importancia del cuerpo y los sentidos en el aprendizaje, y esto es imperdonable. Durante años se ha priorizado la memorización y la repetición sinsentido, como si fuésemos loros, sin dar suficiente espacio a la exploración y el movimiento. Pero cuando se introduce la estimulación sensorial de manera intencionada, los resultados son sorprendentes. ¡De verdad que lo son!

Cada niño aprende de manera única, y por eso es fundamental ofrecer estrategias diversas que se adapten a sus necesidades. Actividades con movimiento, música, colores y texturas no solo hacen la enseñanza más divertida, sino que potencian la capacidad del cerebro para aprender.

Al final, no se trata solo de hacer que la educación sea divertida, sino de garantizar un aprendizaje real y duradero.

 

¿Cómo se puede implementar la estimulación temprana en la educación?

La estimulación temprana no necesita grandes recursos ni materiales caros. De verdad que no, no te lleves las manos a la cabeza. Se puede aplicar con sencillas estrategias tanto en casa como en la escuela.

Algunas de las que mejor funcionan son:

  1. Juegos sensoriales: Permitir que los niños jueguen con arena, agua, plastilina o telas con diferentes texturas les ayuda a desarrollar la percepción sensorial y la motricidad fina.
  2. Música y sonidos: Escuchar distintos tipos de música, identificar sonidos del entorno o experimentar con instrumentos fortalece el lenguaje y la concentración.
  3. Movimiento y equilibrio: Saltar, correr o trepar mejora la coordinación y refuerza las conexiones neuronales relacionadas con la orientación espacial.
  4. Estimulación visual: Exponer a los niños a contrastes de colores, formas y patrones fortalece su percepción visual y su capacidad de atención.
  5. Exploración del entorno: Llevarlos a parques, bosques o museos enriquece su aprendizaje y despierta su curiosidad natural.

He visto cambios impresionantes en niños que tenían dificultades para expresarse o concentrarse y que, tras participar en experiencias sensoriales, mejoraron muchísimo.

Así que funciona, de verdad que funciona. ¡Te animo a integrarlo en tus clases!

 

Consejos prácticos para aplicar la estimulación temprana en el aula

Sé que integrar la estimulación temprana en el día a día del aula puede parecer un reto al principio, pero con pequeñas estrategias se puede lograr un impacto significativo.

Aquí te dejo algunas recomendaciones que han funcionado de maravilla con niños de cualquier ciclo de infantil:

  • Crea un rincón sensorial: Dedica un espacio en el aula con materiales como arena, arroz de colores, telas con distintas texturas y objetos que los niños puedan explorar libremente. Esto no solo fomenta la curiosidad, sino que también ayuda a la regulación emocional.
  • Ritmo y movimiento en las rutinas diarias: Introducir canciones con coreografías, juegos de palmas y ejercicios de coordinación mejora la memoria, la atención y la conexión entre los hemisferios cerebrales.
  • Aprendizaje a través del juego: Juegos como el escondite sensorial (objetos dentro de cajas con distintos materiales) o circuitos motores con desafíos variados estimulan diferentes áreas del cerebro y refuerzan la autonomía de los niños.
  • Estimulación olfativa y gustativa: Introduce olores y sabores en las actividades diarias. Usar especias, frutas o hierbas aromáticas para que los niños las huelan y las identifiquen fortalece la memoria, el lenguaje y la atención plena. También puedes organizar pequeñas catas sensoriales con diferentes sabores para estimular su percepción gustativa.

 

Cómo la estimulación sensorial ayuda a gestionar las emociones

Uno de los aspectos más interesantes de la estimulación temprana es su impacto en la autorregulación emocional. Los niños que tienen acceso a experiencias sensoriales diversas desarrollan una mayor capacidad para manejar sus emociones.

Por ejemplo, los materiales suaves y moldeables, como la plastilina o la espuma de afeitar, ayudan a los niños a relajarse y canalizar la ansiedad. De la misma manera, el movimiento controlado, como el balanceo en columpios o los ejercicios de respiración con burbujas, favorece la regulación emocional.

Además, los niños con dificultades sensoriales (como hipersensibilidad o hiposensibilidad) pueden beneficiarse de estrategias específicas, como chalecos con peso, espacios tranquilos o audífonos con ruido blanco para mejorar su concentración y bienestar.

 

Cómo aprende mejor el cerebro

En los últimos años, la neurociencia ha aportado información valiosísima sobre cómo aprende el cerebro infantil:

  • El aprendizaje multisensorial mejora la retención: Cuantos más sentidos se involucren en una experiencia de aprendizaje, más sólida será la memoria. Por eso, es ideal combinar imágenes, sonidos y movimiento en las actividades diarias.
  • Las emociones influyen en la capacidad de aprender: Un niño que se siente seguro y motivado retendrá mejor la información. El refuerzo positivo, los ambientes acogedores y las dinámicas cooperativas potencian el aprendizaje significativo.
  • Las pausas activas favorecen la atención: El cerebro infantil no puede mantener largos periodos de concentración sin interrupciones. Incluir descansos con movimiento, estiramientos o juegos breves mejora el rendimiento cognitivo.

Aplicar estos principios en el aula no solo hace que los niños aprendan mejor, sino que también disfruten más del proceso, haciendo de la educación una experiencia enriquecedora y natural.

 

Sin duda, es la mejor forma de aprender

No es un tema solo de la infancia: sus efectos pueden marcar la diferencia en el desarrollo futuro de cualquier persona.

Todo esto me ha hecho reflexionar sobre la necesidad de replantear los métodos educativos. Creo que, si los niños tienen la oportunidad de explorar y aprender a través de sus sentidos, su desarrollo será mucho más completo. La educación no debe ser un proceso rígido basado solo en normas y estructuras, sino un camino dinámico en el que cada niño pueda descubrir su potencial de la manera que mejor se adapte a sus capacidades.

Estoy convencida de que el futuro de la educación debe ir de la mano con estos principios. Debemos seguir avanzando en metodologías que respeten el desarrollo natural del cerebro infantil y que fomenten un aprendizaje basado en la experimentación, la exploración y la interacción con el entorno.

Si algo he aprendido en este camino es que cada niño tiene un universo de posibilidades dentro de sí mismo. Nuestra labor es ofrecerles las herramientas adecuadas para que puedan construir su propio aprendizaje, y que así fortalezcan sus habilidades desde una edad temprana y puedan estar preparados para un futuro lleno de oportunidades.

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