Ahora que han llegado las vacaciones, creo que es buen momento para que valoremos las ventajas que tiene el destino que hayamos escogido. Lo cierto es que la elección que tomemos puede ser de lo más variopinta y nos puede generar experiencias realmente espectaculares. Nunca debemos rechazar un destino de primeras sin valorar lo que nos puede proporcionar, que son muchas cosas y vivencias que de otro modo sería difícil que pudiéramos hacer nuestras.
La montaña o las grandes ciudades, opciones que solemos barajar
Una de las opciones que tenemos es ir a la montaña. Se trata de una experiencia que puede ser muy bonita por el hecho de que nos rodeamos de naturaleza y de paz. Existen muchas zonas de este tipo en España, muchas zonas que, además, tienen actividades como el senderismo, que son muy importantes también desde el punto de vista físico para que las personas combatamos contra el sedentarismo, uno de los peores males que nos podemos echar a la espalda. Además, se trata de una actividad y una serie de zonas que son recomendables para todo tipo de personas, con independencia de cuál sea su edad o su capacidad económica.
Por otro lado, las grandes ciudades también son destinos que nos suelen gustar bastante. Hay muchos españoles que aprovechan el verano para marcharse a lugares como lo pueden ser París, Londres, Roma o Berlín. De hecho, si alguna vez habéis ido a cualquiera de las cuatro ciudades, habréis encontrado a alguien que habla español. Y seguro que no solamente a uno o dos grupos de personas. El caso es que cada una de ellas tiene motivos más que de sobra para ser visitada por la belleza de sus monumentos o por su historia.
Por supuesto, podemos escoger ir más allá y salir de Europa para conocer grandes ciudades de más allá de los límites de nuestro continente. En este sentido, una de las preferidas suele ser Nueva York, una de las ciudades más importantes de todo el mundo y que también tiene muchos argumentos para que sea interesante rendirle visita. Y no debemos olvidar otros lugares como lo son Tokio, Pekín, Río de Janeiro, Los Ángeles y un largo etcétera de ciudades que todo el mundo debería pisar al menos una vez en su vida.
Pero donde esté el mar…
Lo cierto es que, a pesar de la belleza de lugares como de los que os hemos hablado, hay un elemento que es el que juega una importancia muy grande para la gente durante las vacaciones, especialmente si estas son en un momento como el verano. Hablamos del mar, que es un foco de alegría, de felicidad y de posibilidades para disfrutar de los momentos de ocio que tanto nos hemos ganado a lo largo del año. En España, además, las costas y el buen clima garantizan que cada año sean millones de personas las que se desplacen a un lugar de costa para disfrutar de ese ocio.
Una de esas cosas que puede determinar la alegría con la que afrontamos el día a día de nuestras vacaciones es el hecho de poder subirnos a una embarcación y navegar tranquilamente por el mar. Es una de las cosas que pueden generarnos una sensación de paz y de tranquilidad muy grande. Y no cabe la menor duda de que ese es uno de los motivos que llevan a mucha gente a subirse a uno de estos barcos y poder obtener esos beneficios que echamos de menos a lo largo de un día de rutina y de trabajo.
No es de extrañar que en España haya cada vez más embarcaciones de recreo. En un informe de Statista podéis ver las que se han matriculado entre los años 2015 y 2022. Como veis, son entre 4.600 y 6.800 cada año y lo cierto es que eso nos convierte en uno de los países que cuenta con un mayor número en todo el mundo, algo para lo que nos beneficia tener una gran cantidad de kilómetros de costa repartidos entre la vertiente mediterránea, la atlántica y la cantábrica.
También hay más gente que conoce cómo operar esas embarcaciones de recreo. El número de patrones de embarcaciones de ese tipo ha crecido en España en los últimos años. De acuerdo con lo que hemos podido conocer gracias a la web de Atarcabos, hay distintas opciones para obtener la esa titularidad. Se puede obtener un curso PNB vía online, un curso PER también a distancia y el PER de manera reducida. Por cierto, también existe la posibilidad de obtener lo que se conoce como Titulín, que no es otra cosa que la Licencia de Navegación Básica.
La variedad de opciones con las que se puede contar para convertirse en patrón de una embarcación de recreo es lo que ha animado a mucha gente a obtener una certificación como esta y tener la oportunidad de maximizar su disfrute durante las vacaciones de verano. Además, se trata de una actividad que engancha y que, una vez que ha sido practicada por primera vez, genera una adicción en nuestra cabeza.
Buena prueba de lo que hemos comentado en el párrafo anterior es la noticia que os compartimos a continuación y que indica que creció un 8% el número de títulos náuticos expedidos en el año 2018, un dato que manejaba la Asociación Nacional de Empresas Náuticas. Lo que es evidente es que una actividad como de la que estamos hablando es vista como una de las que más interés suscita entre las personas que acuden al mar para disfrutar de sus vacaciones. No es de extrañar que los lugares de costa estén tan poblados en España durante estas semanas, ya sea por turistas nacionales o por turistas que vienen desde más allá de nuestras fronteras.
Es evidente que no existe argumento alguno para que podamos temer por una caída de este tipo de actividades o del turismo en general de nuestro país. Todos los indicadores numéricos y económicos aseguran que estamos cada vez más cerca de ser el país que recibe más visitas de turistas internacionales a lo largo del año. Actualmente, solo nos visita Francia… y nos supera porque tiene una ciudad como París, que genera una atracción realmente tremenda. Pero nosotros no nos quedamos muy atrás y ya estamos listos para dar el ‘sorpasso’ a nuestros vecinos franceses.
Una experiencia para todas las edades
Acudir a un sitio de costa es una de esas actividades que le va a venir bien a todo tipo de personas. Es una opción idónea si tenemos niños porque son los que más suelen disfrutar de un elemento natural como lo es el mar. Por otro lado, a los adultos nos permite asegurar esa desconexión del trabajo que necesitamos para volver con las pilas cargadas a nuestra rutina habitual. Y, por último, qué vamos a decir de la gente mayor y de lo bien que les hace poder viajar y disfrutar de lo que tanto se han ganado a lo largo de su vida.
El mar es una constante fuente de experiencias que no nos podemos permitir el lujo de perdernos. Es verdad que hay un montón de opciones ideales para hacer turismo, como decíamos al principio de este artículo, pero iba al mar al menos una vez al año debería ser algo que nos planteáramos muy seriamente porque dispone de grandes beneficios para nuestra salud mental y para nuestra tranquilidad. Hay pocos sitios mejores que nos permitan relajarnos y desconectar de una manera profunda. Por tanto, debemos aprovechar la oportunidad que nos ha sido puesta en bandeja al vivir en un país como el nuestro, en el que hay muchas opciones para disfrutar del mar y que no nos pillan excesivamente lejos de casa.
Se trata de una experiencia que cautivará nuestros cinco sentidos. El olor del mar nos agrada, el sonido nos tranquiliza, ver su inmensidad nos transmite la sensación de estar en un sitio privilegiado, tocar sus aguas nos permite refrescarnos durante estos días de verano y, por último, saborear algunos de los productos que son típicos de las zonas costeras es un placer idóneo para cualquier paladar. Hay pocos sitios que proporcionen sensaciones como las que os acabamos de transmitir y, por eso, siempre que tengamos la oportunidad de estar en alguno de ellos, tenemos que sacar el máximo rédito de aquello que nos brindan.
Aprovechar esos momentos de felicidad que nos da la vida es una obligación que tenemos los seres humanos. No hay nada que nos pueda acercar más a eso que encontrarnos sobre un barco y disfrutar de la tranquilidad y la inmensidad del mar mientras estamos rodeados de nuestra familia. Este es uno de los grandes placeres de la vida, uno de los placeres que sin duda nos va a permitir afirmar que sí, que somos felices y que nos lo hemos ganado a pulso. Esa sensación no se puede pagar con dinero y la tenemos que saborear desde el primer hasta el último momento en que se produce.