La arquitectura histórica tiene un encanto especial: nos conecta con tiempos pasados, nos cuenta historias de generaciones anteriores y embellece nuestras ciudades con su presencia de forma elegante.
Sin embargo, estos edificios antiguos también pueden ser frágiles; con el tiempo, necesitan reparaciones para seguir sosteniéndose en pie, pero ¿Cómo se puede intervenir sin alterar su esencia, y sin hacer que éste parezca nuevo?
¡Vamos a descubrirlo!
¿Qué se considera un edificio histórico?
Antes de adentrarnos en el proceso de restauración, es importante entender qué se considera un edificio histórico.
¡No todos los edificios antiguos se catalogan automáticamente como históricos! Para que un inmueble sea considerado de este tipo, debe cumplir con ciertos criterios, como su antigüedad, su interés cultural, arquitectónico o histórico, y su estado de conservación.
Un edificio puede ser histórico por varias razones: porque fue testigo de un evento importante, porque representa un estilo arquitectónico antiguo, o porque su diseño es obra de un arquitecto de renombre. Incluso, puede considerarse histórico si su uso o función dentro de una ciudad ha sido importante a lo largo de los años.
¿Se puede reparar cualquier edificio histórico?
En teoría, cualquier edificio histórico puede ser reparado, pero las restricciones y requisitos varían dependiendo de si está protegido por alguna normativa concreta:
Si un edificio ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima figura de protección patrimonial en España, las reparaciones están sometidas a un control riguroso. Además de los BIC, también existen otros niveles de protección, como los incluidos en catálogos municipales o autonómicos, que también limitan lo que se puede hacer con estos edificios.
Para los edificios históricos no catalogados como BIC ni protegidos de otra manera, las intervenciones son menos complejas, pero de igual forma, cualquier reforma o restauración debe respetar su valor arquitectónico o cultural. Es común que los ayuntamientos cuenten con normativas locales que regulen intervenciones en edificios antiguos, aunque no tengan protección patrimonial estricta.
¿Qué normativa lo regula?
En nuestro país, el marco legal para la protección y restauración de edificios históricos está determinado principalmente por la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, que establece las bases para la protección de los bienes culturales. Esta ley regula la declaración de un edificio como Bien de Interés Cultural, así como los procedimientos para su conservación, restauración y, en casos extremos, demolición parcial o total.
Cualquier intervención en un Bien de Interés Cultural (BIC) debe ser autorizada por las autoridades competentes, en este caso, las comunidades autónomas o el ministerio de cultura si se trata de bienes de importancia nacional. Las intervenciones deben ser mínimas y deben estar orientadas a la conservación, evitando cualquier alteración que modifique de forma agresiva la estructura, apariencia o esencia del edificio.
Además de estas normativas, contamos con algunas más como las que verás a continuación:
- Normativas autonómicas.
Cada comunidad autónoma en nuestro país tiene la responsabilidad de gestionar su propio patrimonio cultural, por lo que, además de la ley nacional, existen normativas autonómicas concretas que regulan las intervenciones en edificios históricos. Estas normativas pueden variar de una región a otra, aunque el principio de conservación es una constante.
Por ejemplo, en Cataluña, está la Ley 9/1993 de Patrimonio Cultural Catalán, mientras que en Andalucía se aplica la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía. Estas leyes autonómicas suelen ser complementarias a la ley estatal y permiten una mayor adaptación a las necesidades particulares de cada región.
- Normativas municipales.
Los ayuntamientos también juegan un papel importante en la regulación de las intervenciones en edificios históricos. Muchos municipios cuentan con catálogos de bienes protegidos, que incluyen edificios de relevancia local. En estos casos, cualquier intervención también debe ser aprobada por el ayuntamiento correspondiente, y las normativas municipales pueden establecer reglas específicas para la conservación de estos inmuebles.
- La carta de Venecia y otras normativas internacionales.
España también está sujeta a normativas y recomendaciones internacionales sobre la conservación del patrimonio histórico. Un ejemplo clave es la Carta de Venecia de 1964, un documento internacional que establece los principios básicos de la conservación y restauración de monumentos históricos. Aunque no tiene fuerza de ley, la Carta de Venecia es una referencia fundamental para las intervenciones en edificios históricos, promoviendo la mínima intervención y el respeto por los materiales y técnicas originales.
- Protección del Patrimonio de la Humanidad.
En el caso de los edificios históricos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la normativa es aún más estricta. Las intervenciones deben ser aprobadas por los organismos locales e internacionales, y cualquier cambio debe garantizar que no se pone en peligro la integridad del bien ni su valor universal excepcional.
¿Cómo se conservan los detalles sin cambiar su esencia?
La clave está en lo que se conoce como «intervenciones mínimas»; el objetivo es intervenir lo menos posible, y cuando sea necesario, hacerlo de una manera que respete la autenticidad del edificio.
Un aspecto fundamental es el uso de materiales compatibles. Si, por ejemplo, un edificio histórico está construido con piedra natural, lo ideal es reparar las zonas dañadas utilizando el mismo tipo de piedra (o una que sea lo más parecida posible). Lo mismo sucede con el estilo arquitectónico. Si un edificio tiene detalles barrocos, cualquier intervención debe respetar y, a ser posible, reproducir ese mismo estilo, para no generar contrastes que rompan con la estética original.
Además, las técnicas de reparación también juegan un papel importante. En lugar de utilizar métodos modernos que puedan ser más agresivos, los restauradores suelen recurrir a técnicas más tradicionales, aquellas que se usaron en la construcción original, o a tecnologías que minimicen el impacto. Esto influye en la manera en la que se esculpe la piedra, y en otros aspectos como la colocación de revestimientos ¡todo detalle es importante!
Pasos para reparar un edificio histórico.
Es un hecho, y los profesionales de Pacap Arquitectos lo saben bien: restaurar un edificio histórico, puede llegar a ser un proceso largo y muy complejo; cada paso cuenta para asegurar que el resultado final sea lo más fiel posible al original.
Para lograrlo, se siguen los siguientes pasos:
- Evaluación inicial del estado del edificio.
Antes de cualquier intervención, es fundamental realizar un análisis completo del estado del edificio. Para ello, se realiza un estudio exhaustivo de su estructura, se tienen en cuenta los materiales y se revisa cualquier daño, visible o invisible. Los restauradores y arquitectos especializados en patrimonio trabajan codo a codo para identificar qué partes del edificio requieren atención inmediata y cuáles pueden esperar.
- Estudio histórico y documental.
No se puede reparar lo que no se conoce. Por eso, es esencial realizar un estudio histórico del edificio. Este estudio implica revisar documentos antiguos, planos originales (si es que existen), fotografías, e incluso entrevistas con personas que hayan tenido alguna relación con el edificio a lo largo de los años. Toda esta información es crucial para poder entender cómo era el edificio en sus orígenes, y qué cambios ha sufrido con el paso del tiempo.
- Análisis de los materiales originales.
Para no alterar la esencia de un edificio, es importante conocer los materiales con los que éste fue construido. Para ello, se recurre a identificar el tipo de piedra, ladrillo, madera, o metal que se usó. Una vez identificados, se buscan materiales lo más parecidos posibles. De esta forma, cualquier intervención se mimetiza con la estructura original.
- Plan de intervención.
Una vez que se ha recopilado toda la información necesaria, es momento de diseñar un plan de intervención. En este plan se especifican qué reparaciones se realizarán, qué materiales se utilizarán y qué técnicas se emplearán. Este es el paso donde se debe tener mucho cuidado de no exagerar ni modernizar demasiado; el objetivo es restaurar, no reconstruir o cambiar el edificio.
- Obtención de permisos y licencias.
Dado que se trata de un edificio protegido, es necesario obtener todos los permisos y licencias correspondientes antes de comenzar cualquier obra. Dependiendo de la normativa vigente, este proceso puede tardar más o menos tiempo, pero es una etapa imprescindible para asegurar que la restauración cumpla con los estándares de conservación patrimonial.
- Intervención mínima y reversibilidad.
Durante la restauración, como hemos recalcado anteriormente, los expertos se enfocan en intervenir lo menos posible. Las reparaciones deben ser discretas y deben buscar restaurar las áreas dañadas sin impactar las partes que están en buen estado. Además, siempre que sea posible, se suele optar por soluciones reversibles (lo cual significa que, si en el futuro se necesita hacer otra intervención, esta se podrá retirar sin afectar el edificio).
- Supervisión constante.
Las obras de restauración de un edificio histórico requieren una supervisión constante; no se trata de una obra cualquiera, en la que los trabajadores pueden hacer y deshacer a su antojo. Los expertos en conservación deben estar presentes durante todo el proceso, asegurándose de que se sigan las normas y directrices establecidas en el plan de intervención.
- Mantenimiento continuo.
Para finalizar, una vez que el edificio ha sido restaurado, no se debe olvidar que el mantenimiento es clave para conservar su integridad a largo plazo. Se deben realizar revisiones frecuentes y pequeñas intervenciones preventivas para evitar que el edificio sufra daños mayores en el futuro.