Siempre he tenido curiosidad por esas cosas que parecen sacadas de películas o de gente que dice que “todo está conectado”, pero hace tiempo empecé a interesarme por la terapia de regresión porque tiene un rollo más profundo.
La primera vez que escuché hablar de la regresión pensé: “¿En serio? ¿Reviviendo el pasado?”. Pero es más como abrir un cajón en tu memoria que ni sabías que existía y mirar lo que hay ahí, para entender ciertas reacciones, miedos o hábitos que tenemos y no sabemos de dónde salen.
Y créeme, funciona.
¿Qué es la terapia de regresión y cómo se hace?
La terapia de regresión nos permite ir hacia atrás en nuestra propia historia para encontrar el origen de ciertas actitudes o emociones que nos bloquean. Se trata de reconectar con recuerdos que nuestro cerebro guardó porque eran importantes en su momento, y que todavía nos afectan aunque no nos demos cuenta.
El proceso es sencillo: primero, te ayudan a relajarte con técnicas muy básicas, casi como cuando escuchas música y te dejas llevar. Luego, guiado por la terapeuta, comienzas a traer recuerdos, emociones o sensaciones que se originaron en el pasado. Mientras esto pasa, puedes notar cómo tu cuerpo reacciona: tensión, tristeza, miedo o incluso molestias físicas. Es importante, porque esas reacciones son pistas que te ayudan a entender lo que está pasando.
Es rápida, comparada con otras terapias. A veces, con solo una sesión, se puede identificar la raíz de un problema que llevas años arrastrando. Y no es que te hagan sentir mal, sino que te ayudan a observar lo que pasó con otra mirada, y eso abre la puerta a resolverlo.
Para quién sirve la terapia de regresión.
Está indicada para quienes necesitan ayuda psicológica, pero también es perfecta para cualquiera que quiera conocerse mejor.
Hay gente que va solo por curiosidad, otros porque tienen fobias, ansiedad, bloqueos emocionales o relaciones conflictivas que no entienden. Incluso hay quienes sienten dolores físicos sin explicación médica, y la regresión ha ayudado a muchas personas a identificarlos y, en algunos casos, a que desaparezcan. Sí, puede sonar increíble, pero hay muchos casos documentados.
Para mí, lo más interesante es que también sirve para personas que buscan un desarrollo más espiritual. No hablo de religión ni cosas raras, sino de entenderse a uno mismo, conectar con lo que nos pasa de verdad y aprender a manejarlo. Es como tener un espejo gigante que te muestra lo que de verdad está influyendo en tu vida.
Beneficios reales de la terapia de regresión.
Aquí es donde la cosa se pone buena. Los beneficios son muy variados y van mucho más allá de “sentirse mejor”.
Por ejemplo, puedes trabajar fobias, depresiones, sentimientos de culpa, miedos que no sabes de dónde vienen, bloqueos emocionales, angustias, reacciones exageradas o relaciones conflictivas. Sí, todo eso que a veces te hace decir “no entiendo por qué reacciono así”.
También hay casos en los que desaparecen dolores físicos que llevas años sufriendo. No es milagro, es que muchas veces el cuerpo guarda emociones que no se expresan, y eso termina generando molestias. Al desbloquear la emoción, el dolor físico también puede mejorar.
Otro beneficio que me parece increíble es que algunas personas pueden contactar con lo que llaman los “maestros” o guías en el espacio entre vidas. Esto no es algo que te enseñen en la universidad, pero hay quien asegura que es un momento de paz total, donde recibes mensajes que te ayudan a avanzar en tu vida. Para mí, esto es la parte más curiosa, porque abre una ventana a algo que normalmente no vemos.
Cómo funciona una sesión.
Las sesiones suelen durar alrededor de hora y media. En la primera sesión, la terapeuta recoge tu historial, tus motivos para ir y cualquier información que pueda ser relevante. Luego viene la relajación profunda, que es clave para acceder a la memoria inconsciente. No te preocupes, no es hipnosis ni nada por el estilo; es más como una guía que te ayuda a centrarte y bajar las defensas de la mente consciente.
Durante la sesión, puedes recordar momentos del pasado que creías olvidados. A veces son claros, otras veces son sensaciones o emociones. Lo importante es identificar cómo esas experiencias han influido en tu manera de reaccionar ante ciertas situaciones. La terapeuta te acompaña en todo momento, asegurándose de que te sientas seguro y apoyado.
Al final, se hace un repaso de lo que apareció, se analizan los patrones y se plantean estrategias para integrarlo en la vida diaria. Es como si salieras de la sesión con un mapa que te ayuda a entender por qué haces lo que haces y cómo mejorar.
Comprender la terapia de regresión.
La terapia de regresión ayuda a identificar y resolver emociones o patrones que se originaron en momentos pasados. En sí, la regresión no consiste en revivir traumas solo por revivirlos, sino en localizar el instante exacto en que surgió una emoción o una conducta determinada para poder trabajar sobre ello desde la raíz. Cada sensación, emoción o reacción física que aparece durante la sesión sirve como guía para entender qué necesita atención y sanación.
Esta terapia no busca culpables, solo observar los recuerdos, interpretarlos desde la perspectiva del presente y liberar la carga emocional que la persona ha llevado consigo durante años. Esto permite un equilibrio entre lo emocional, lo mental y lo físico, porque todos estos aspectos están conectados y se reflejan en cómo nos sentimos y actuamos. La sesión se convierte en un espacio seguro para explorar, aprender y soltar aquello que ya no nos sirve.
Una de las ventajas más llamativas de la terapia de regresión es la rapidez con la que puede generar cambios significativos. Al ir directamente al origen de los patrones que afectan la vida cotidiana, los avances suelen notarse en pocas sesiones. La clave está en la claridad y la intención con la que se aborda cada recuerdo, siempre desde la aceptación y la comprensión.
Como consejo práctico, Maite Domènech, experta en este tipo de regresiones, nos aconseja que, más allá de la sesión, las personas dediquen tiempo a reflexionar sobre lo aprendido y a integrar esos nuevos “insights” en su día a día. Esto potencia los resultados y ayuda a mantener la sensación de libertad emocional a largo plazo.
Experiencias que se repiten.
He hablado con gente que ha hecho terapia de regresión y me cuentan cosas que me parecen súper interesantes. Por ejemplo, hay personas que descubren que sus miedos o fobias vienen de experiencias que ni recuerdan conscientemente, y al identificarlas, todo empieza a tener sentido. Otros se sorprenden de cómo ciertas emociones se manifiestan físicamente, y al trabajarlas, los síntomas desaparecen.
También hay quienes, simplemente, se sienten más ligeros emocionalmente. No es que desaparezca todo el estrés de la vida, pero sí hay una claridad y una comprensión que antes no tenían. Incluso para alguien que no cree en el tema espiritual, la terapia puede ser útil solo por el aspecto psicológico y físico.
A diferencia de otras terapias, aquí no tienes que hablar durante horas de tu infancia ni revivir todo el tiempo cosas dolorosas, más sobre identificar, entender y avanzar. Por eso es tan popular entre gente joven que busca soluciones rápidas pero profundas.
Consejos para quienes quieren probarla.
Primero, ve con la mente abierta, pero sin expectativas irreales. No vas a tener una experiencia “mágica” de inmediato, pero sí puedes obtener “insights” súper valiosos sobre ti mismo.
Segundo, elige un terapeuta con experiencia y con el que te sientas cómodo. Esto es clave porque el proceso requiere confianza. Y tercero, mantén la constancia. A veces una sesión es suficiente, otras veces hacen falta varias para desbloquear patrones más profundos.
Y, por último, toma notas si puedes. Después de la sesión, te das cuenta de cosas que no notaste mientras estabas dentro de la experiencia, y escribirlas ayuda a integrar todo.
Un buen método para luchar contra tus demonios internos.
La terapia de regresión es una herramienta potente y directa para entendernos mejor. No necesitas ser espiritual ni tener problemas graves para beneficiarte, simplemente estar dispuesto a mirar hacia atrás, entender cómo ciertos recuerdos o emociones te han condicionado y trabajar para soltarlos.
Es sencilla y rápida, comparada con otras técnicas, y produce cambios duraderos. Además, mejora tu bienestar emocional y físico, y eso ayuda. Para mí, la parte más interesante es cómo nos conecta con nosotros mismos y con algo que va más allá de lo que vemos en el día a día.
Si alguna vez te has sentido atrapado en tus reacciones, miedos o hábitos, probar la regresión es como darte una segunda oportunidad para que tú puedas entender y cambiar lo que te estaba limitando. Y la experiencia de conectar con partes de ti que habías olvidado es, sinceramente, muy reveladora.
Así que, si tienes curiosidad, ganas de conocerte mejor o simplemente quieres probar algo distinto que podría mejorar tu vida, la terapia de regresión es algo que vale la pena explorar. Puede que te sorprenda lo que encuentres y cómo eso puede cambiar la manera en que te relacionas con tu presente y tu futuro.