Los niños son esos pequeños seres que todos adoramos y que siempre están con una sonrisa en la cara. Quieren jugar, divertirse y te alegran la vida todos los días un poquito más, con sus ocurrencias y con las situaciones que provocan. Pequeños trocitos de vida que hacen que este mundo sea un poquito menos malo y un poquito más maravilloso. Tal vez por esa idea tan extendida entre la población la mayoría de nosotros desconocemos que ellos también pueden sufrir depresión.
De un tiempo a esta parte el tema de la ansiedad infantil ha dejado de ser tabú y se conocen tanto las causas como los síntomas, pero la depresión parece ser una enfermedad mental que aún no terminamos de relacionar con la edad más temprana, a pesar de que todos somos conocedores de que muchos niños pueden llegar a situaciones extremas tras sufrir acoso escolar, maltrato o abusos.
Uno de los mayores problemas al respecto es la dificultad que tenemos a veces los adultos para detectar las señales que pueden hacernos estar alerta ante un posible caso de depresión infantil en nuestros hijos. Debido a ello la psicóloga María Luisa Fernández de Terapia Psi nos resume algunos síntomas ante los que deberíamos estar atentos:
- Humor depresivo. Algunos niños, al no comprender lo que les ocurre, tienden a quejarse de molestias físicas imprecisas o a manifestar su malestar a través de un ánimo irritable que puede estar relacionado con una conducta agresiva o con acciones que demuestren hostilidad o cólera.
- Apatía. Pierden el interés por su entorno, incluso por aquellos hobbies o aficiones que más les gustan. Además, suelen mostrar incapacidad para disfrutar con el juego y con las actividades escolares.
- Falta de energía. No tiene ganas de jugar, ni ir al colegio, ni de hacer nada en familia. A veces, incluso pierden las ganas de hablar.
- Tienen baja autoestima y sentimientos de inferioridad.
- Empiezan a reprochar todo lo que no les gusta a través de un sentimiento de culpa excesivo o inapropiado.
- Manifiestan signos no verbales de conducta suicida o adoptan comportamientos autolesivos.
- No pueden mantener la concentración ni tomar decisiones lo que se traduce en un bajo rendimiento académico o problemas de conducta.
- Alteraciones del sueño, pesadillas, insomnio…
- Variaciones drásticas de peso en muy poco tiempo
- Dolores de cabeza, tripa, malestar generalizado.
No obstante debemos recordar que un solo síntoma aislado, e incluso dos o tres, no tienen por qué significar que el niño o la niña esté sufriendo depresión, pero sí pueden ayudarnos a identificar una situación extraña que nos haga saltar las alarmas para estar más atentos ante su comportamiento.
Medicamentos
La depresión infantil no suele necesitar un tratamiento médico como sí suele ser común en la depresión adulta. Sin embargo, el conocido psiquiatra Dr. Hernández nos confirma que hay casos concretos en los que es necesario tratar al niño con una medicación muy similar a la del adulto con dosis más reducidas.
Por su parte, la psicóloga especializada Marisa Hernandez Torrijo asegura que, cerca del 5% de los niños sufre depresión infantil en algún momento y en un gran porcentaje de las ocasiones, la psicoterapia puede ser de gran ayuda para el niño, es decir, el asesoramiento para ayudarle a tratar sus emociones y sentimientos.
Por Edades
A pesar de que pueda parecer algo prácticamente imposible, los niños de 2 o 3 años pueden sufrir depresión, sobre todo cuando la persona que les cuida desaparece o se ausenta la mayor parte del tiempo. Estos niños pueden sentir una especie de añoranza extrema que puede llegar a provocar esa depresión. También la incomprensión ante un fallecimiento puede ser un desencadenante bastante común.
En los niños de más de tres años creerse inferiores suele ser uno de los desencadenantes de la depresión, a veces por fracaso escolar, por problemas con los compañeros o por aprender las cosas con mayor lentitud que el resto de niños. Ante algo así, tanto padres como profesores deben estar atentos a señales de alarma como:
- Niños que lloran sin motivo aparente
- Poca comunicación
- Apatía
- Falta de concentración
- Falta de interés por aficiones
- Etc.
Si creemos que nuestro hijo puede sufrir depresión infantil debemos acudir inmediatamente a un profesional que diagnostique dicho trastorno, estar atentos a sus comportamientos para evitar que se hagan daño, intentar no ofrecer consuelo continuo a pesar de que sea lo que queramos hacer pues eso puede derivar en una depresión más duradera, buscar actividades entretenidas para él que le permitan ocupar su tiempo y, sobre todo, entablar conversaciones con el pequeño sobre sus pensamientos y sentimientos.